"La base de la felicidad es la salud" afirma rotundamente
Richard Kivel (Rhapsody), fundador de Rhapsody Biologics.
Y con 7.000
millones de personas sobre la Tierra, "hay mucha gente a la que hacer
feliz, y a la que proporcionar energía, agua, transporte y combustibles,
etc."
Una de las tecnologías emergentes que va a hacerlo posible es,
sin duda, la Biotecnología. Además de su aplicación en el desarrollo de
biocombustibles, así como el auge de la bioinformática, Kivel destacaba
que la medicina personalizada es una de las primeras líneas de
aplicación, seguida de la ingeniería de tejidos, que tiene un potencial
extraordinario.
Parece ciencia ficción, pero podemos crear tejidos y órganos nuevos en el laboratorio?,
afirma con entusiasmo el experto, que además augura que "la próxima
generación de fármacos la crearán empresas de biotecnología con solo
diez o doce empleados", algo que hace unos años nos hubiese parecido
impensable.
Por su parte, el español Ángel Cebolla, Director General de la empresa Biomedal, explicó que el anticuerpo es "el fármaco
nanotecnológico natural".
Usar anticuerpos monoclonales para tratar
enfermedades como el cáncer o la artritis reumatoide ofrece innumerables
ventajas, ya que son seguros, llegan a casi todo el cuerpo, son
específicos, son estables y acortan el tiempo de desarrollo.
Robert Nicol, Director de Operaciones de
Secuenciación Genética y Desarrollo Tecnológico en el Broad Institute
del MIT y la Universidad de Harvard, confesó que su formación en
ingeniería y construcción fue fundamental para investigar después sobre
el genoma humano. "Comprendí que la ingeniería aplicada a la biología podría cambiar el mundo, y comprobé que la formación multidisciplinar es necesaria para el futuro de la biotecnología", concluía.
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